martes, 1 de mayo de 2012

ya van 20 días...


Querido Diario;
Van pasando los días, ya van 20 y las cosas siguen su curso poco a poco como es normal.
Ya voy entendiendo mejor la manera de vivir de aquí, aunque mientras mejor lo entiendo más siento que me queda por aprender. Lo mismo me pasa con la geografía, mientras más sitios descubro, más barrios, más rincones y más paisajes, más cuenta me voy dando de lo inmenso que es esto y de lo mucho que me queda por conocer y disfrutar.
El otro día mientras caminaba hacia Union Square me crucé con varios budistas, con sus túnicas naranjas y sus sandalias de cuero y también con un grupo de monjitas vestidas igual que la Madre Teresa de Calcuta. Por mucho que lo haya visto antes por la tele o en fotos, verlos de cerca no sé por qué pero me impresionaba bastante.
Es curioso porque no siento especialmente ese sentimiento de desarraigo de mi país, quizás porque sé que algún día volveré, quizás por las tecnologías de la información y comunicación que te permiten mantenerte  “cerca” de la gente que quieres  y poder hablar con ellos por teléfono o por internet en cualquier momento, siempre que los husos horarios lo permitan. Pero no deja de ser curioso, hay una parte de mí que no se siente desplazada, pero sólo una parte.
Hablando con mi madre la otra noche le contaba donde estaba el apartamento donde estoy viviendo ahora, le decía que estaba lindando con Broadway, a pocos metros de Times Square y muy muy cerca de Rockefeller Center. “¿Y tienes cerca todo eso?” me preguntaba asombrada. Lo cierto y verdad es que vivas donde vivas aquí, es fácil estar cerca de cualquier cosa más o menos importante, cualquier monumento o edificio más o menos emblemático, cualquier parque más o menos grande, o cualquier escenario más o menos conocido salido de alguna película.
Es muy gracioso, querido diario, cuando pienso la primera vez que fui al supermercado y me encontré con un pasillo de medicinas, ibuprofenos y demás… aquí las medicinas se venden en los supermarkets y en la pharmacy te venden los productos de limpieza de la casa, las bayetas y todas esas cosas. Es todo tan distinto…
Ayer me desperté con ganas de andar mucho y decidí salir sin rumbo a ver donde terminaba, al salir de casa tomé Broadway y cuando había andado 5 calles casi me tropiezo con una chica joven con gafas de sol enormes acompañada de una amiga y una molesta nube de fotógrafos y paparazzis que la perseguían, a saber quien sería, no me conozco a los famosillos de aquí, con los de España tengo suficiente. Lo gracioso es que dos calles más adelante otra famosa o famosilla estaba como inaugurando una tienda que no me fijé de qué era. Le estaban entrevistando en la puerta mientras otros grababan y otros hacían fotos y ella parecía encantada de conocerse. He decidido que no cogeré más por Broadway cuando quiera disfrutar de mi paseo, apenas se puede andar con tantísima gente a ciertas horas del día y ya ni te cuento si te encuentras con estas cosas.
Lo que realmente me gusta es parar y observar, si es en algún sitio sentada al sol mejor, pero me parece importante esto de pararse relajadamente y observar aquello que te rodea sin evaluarlo demasiado, solo observar. Observar a aquella babysitter oriental que pasea a dos niños rubios mientras se va tomando un café tamaño familiar, observar a aquella ejecutiva que va perfectamente vestida con su traje de chaqueta de Armani, su peinado impecable y unos NIKE de footing y al llegar a la puerta de su trabajo se calza allí mismo unos stilettos negros de tacón imposible u observar  tras la ventana a alguna pareja desayunando en un café un super desayuno neoyorkino en el cual van incluídos 3 gofres del tamaño de un ladrillo para cada uno. Ay querido diario, todavía no he visto gofres pequeños, que tiene que haberlos, pero aquí los que he visto siempre tienen este mismo gigantesco tamaño, es impresionante que vuelvan a tener hambre ese mismo día no te parece?
Hoy me acostaré pronto, estoy algo cansada. Me despido de ti hasta la próxima vez…

No hay comentarios:

Publicar un comentario