Querido Diario;
Van pasando los días, ya van 20 y las cosas siguen su curso
poco a poco como es normal.
Ya voy entendiendo mejor la manera de vivir de aquí, aunque
mientras mejor lo entiendo más siento que me queda por aprender. Lo mismo me
pasa con la geografía, mientras más sitios descubro, más barrios, más rincones
y más paisajes, más cuenta me voy dando de lo inmenso que es esto y de lo mucho
que me queda por conocer y disfrutar.
El otro día mientras caminaba hacia Union Square me crucé
con varios budistas, con sus túnicas naranjas y sus sandalias de cuero y
también con un grupo de monjitas vestidas igual que la Madre Teresa de Calcuta.
Por mucho que lo haya visto antes por la tele o en fotos, verlos de cerca no sé
por qué pero me impresionaba bastante.
Es curioso porque no siento especialmente ese sentimiento de
desarraigo de mi país, quizás porque sé que algún día volveré, quizás por las tecnologías
de la información y comunicación que te permiten mantenerte “cerca” de la gente que quieres y poder hablar con ellos por teléfono o por
internet en cualquier momento, siempre que los husos horarios lo permitan. Pero
no deja de ser curioso, hay una parte de mí que no se siente desplazada, pero
sólo una parte.
Hablando con mi madre la otra noche le contaba donde estaba
el apartamento donde estoy viviendo ahora, le decía que estaba lindando con
Broadway, a pocos metros de Times Square y muy muy cerca de Rockefeller Center. “¿Y
tienes cerca todo eso?” me preguntaba asombrada. Lo cierto y verdad es que
vivas donde vivas aquí, es fácil estar cerca de cualquier cosa más o menos
importante, cualquier monumento o edificio más o menos emblemático, cualquier
parque más o menos grande, o cualquier escenario más o menos conocido salido de
alguna película.
Es muy gracioso, querido diario, cuando pienso la primera
vez que fui al supermercado y me encontré con un pasillo de medicinas,
ibuprofenos y demás… aquí las medicinas se venden en los supermarkets y en la
pharmacy te venden los productos de limpieza de la casa, las bayetas y todas
esas cosas. Es todo tan distinto…
Ayer me desperté con ganas de andar mucho y decidí salir sin
rumbo a ver donde terminaba, al salir de casa tomé Broadway y cuando había
andado 5 calles casi me tropiezo con una chica joven con gafas de sol enormes acompañada de una amiga y
una molesta nube de fotógrafos y paparazzis que la perseguían, a saber quien
sería, no me conozco a los famosillos de aquí, con los de España tengo
suficiente. Lo gracioso es que dos calles más adelante otra famosa o famosilla
estaba como inaugurando una tienda que no me fijé de qué era. Le estaban
entrevistando en la puerta mientras otros grababan y otros hacían fotos y ella
parecía encantada de conocerse. He decidido que no cogeré más por Broadway
cuando quiera disfrutar de mi paseo, apenas se puede andar con tantísima gente a
ciertas horas del día y ya ni te cuento si te encuentras con estas cosas.
Lo que realmente me gusta es parar y observar, si es en
algún sitio sentada al sol mejor, pero me parece importante esto de pararse
relajadamente y observar aquello que te rodea sin evaluarlo demasiado, solo
observar. Observar a aquella babysitter oriental que pasea a dos niños rubios
mientras se va tomando un café tamaño familiar, observar a aquella ejecutiva
que va perfectamente vestida con su traje de chaqueta de Armani, su peinado
impecable y unos NIKE de footing y al llegar a la puerta de su trabajo se calza
allí mismo unos stilettos negros de tacón imposible u observar tras la ventana a alguna pareja desayunando en
un café un super desayuno neoyorkino en el cual van incluídos 3 gofres del
tamaño de un ladrillo para cada uno. Ay querido diario, todavía no he visto
gofres pequeños, que tiene que haberlos, pero aquí los que he visto siempre
tienen este mismo gigantesco tamaño, es impresionante que vuelvan a tener
hambre ese mismo día no te parece?
Hoy me acostaré pronto, estoy algo cansada. Me despido de ti
hasta la próxima vez…
No hay comentarios:
Publicar un comentario